Mariano Ratto, alumno avanzado de la
carrera de Ingeniería Biomédica participó de la Beca de Verano 2014 en el
Instituto Balseiro (Centro Atómico Bariloche). A su retorno, nos reunimos con
él para que nos contara en detalle su enriquecedora experiencia, que él mismo
definió como “única”, tanto por “el contacto con profesionales que están a la
vanguardia en sus áreas de investigación como también la interacción con
equipamiento que difícilmente uno puede manipular en otro lugar”.
De la beca participaron en total 16
alumnos avanzados o recientes graduados de diferentes carreras, elegidos por un
comité sobre un total de 260 postulantes de Latinoamérica. Los participantes provenían
de diferentes áreas de la ciencia (física, química, matemática) y la ingeniería
(mecánica, electromecánica, civil, informática y biomédica, entre otras).
Mariano tuvo la oportunidad de
trabajar en el Laboratorio de Bajas Temperaturas e Instituto de Nanociencia y
Nanotecnología bajo la tutela de los investigadores Hernán Pastoriza y Nadim
Morhell.
Durante su estadía, Mariano debió
realizar diferentes actividades: las dos primeras semanas se dedicó
exclusivamente a aprender la técnica de fotolitografía por contacto, utilizada
para transferir un patrón impreso sobre una máscara reutilizable a un material. En
su caso, utilizó diferentes sustratos como silicio, vidrio y vidrio cromado. Todo
esto tuvo que ser realizado en una sala limpia Clase 1000 conocida como la "sala
amarilla", debido al filtro UV que se aplica a toda fuente de luz dentro
de la misma. Según nos contó Mariano “el filtrado UV es muy importante ya que
todo el proceso se basa en la exposición selectiva a una resina fotosesible: si
ésta se expone durante el procedimiento previo, el resultado seria nulo. Seria
lo equivalente a "velar" las fotos viejas exponiendo el rollo a la
luz visible”.
Mariano debió aprender a realizar sus
propias mascaras diseñadas mediante un software espcífico, para luego
imprimirlas en el centro de Bariloche. Dado que su trabajo finalmente consistió
en estudiar microcanales, aprender la técnica de fotolitografía le resultó
imprescindible para realizar los moldes en su trabajo posterior. Este trabajo
(según sus propias palabras, el “verdadero trabajo”) le llevó otras 2 semanas,
dónde se dedicó a probar la factibilidad de construir microcanales con un
material nuevo de origen sueco llamado OSTE+, determinar la mejor técnica de
fabricación, los parámetros de curado y evaluar con objetividad si los canales
se formaron correctamente.
Para lograr todo esto, él mismo debió
diseñar y luego mandar a construir un dispositivo de aluminio donde se realizó
la inyección del polímero. En el poster que Mariano debió elaborar a modo de
presentación final (y que gentilmente nos cedió para mostrar a continuación),
es posible ver en detalle el proceso de inyección y el resto del procedimiento.
Para probar los canales grabados en
el OSTE+ realizó agujeros a la salida y a la entrada, introdujo una gota y
filmó su avance dentro del canal. Luego debió realizar un análisis detallado de
las imágenes con un software de tracking para obtener la posición en función
del tiempo y compararla con la clásica Ley de Poiseuille. También pudo medir el
ángulo de contacto para analizar la hidrofilicidad del material. Para medir con
gran detalle el tamaño del canal recurrió a técnicas avanzadas como microscopía
óptica digital y perfilometría por interferencia óptica. Así, puedo determinar que
el canal que imprimió “correspondía a lo diseñado”.
Finalmente, el trabajo finalizó con
la realización de un informe que se publicó en la biblioteca del Instituto y una
presentación frente a la comunidad del IB.
A pesar de todo este gran trabajo de
alta complejidad técnica, Mariano nos dijo: “lo que más destaco es la
interacción entre mis compañeros. En el grupo había químicos, físicos,
ingenieros de distintas ramas, e incluso una matemática. La beca me dio una
oportunidad única de relacionarme con jóvenes profesionales de áreas muy
diversas y de distintos lugares”.